EL COMERCIO DE LA NIEVE
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EL COMERCIO DE LA NIEVE

La fiebre del oro frío

El comercio de la nieve tuvo un gran apogeo entre los siglos XVIII y XIX principalmente, aunque se puede remontar a la época romana. En la Edad Moderna ya hay noticias de esta actividad, en la segunda mitad del XVI. Por el contrario, este comercio pierde su razón de ser con el descubrimiento del hielo artificial a finales del XIX.

 

Sus años de esplendor hizo que se generalizaran los pozos o cavas de nieve en la Comunidad Valenciana y los parques naturales de la Font Roja y Serra de Mariola son un buen ejemplo.

 

Durante estos dos siglos se construyen estos neveros de piedra de grandes dimensiones, edificaciones destinadas a guardar la nieve recogida durante el invierno. Se trata de construcciones formadas por un pozo circular o hexagonal de profundidad variable y un techo formado por unas arcadas o por aproximaciones de piedras, la llamada falsa bóveda. No todos tienen cubierta y algunos se cubren solo con ramas y piedras sueltas. Estos reciben el nombre de ventisqueros.

 

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Tras las nevadas, los trabajadores de la nieve la acumulaban en su interior y la prensaban con pilones o mazas de madera hasta formar el hielo. De este modo, se disminuía el volumen ocupado y se conservaba la nieve más tiempo. Se separaban con capas con paja y durante la noche se troceaban en bloques. Después se transportaban con mulas por las noches a los pueblos y ciudades cercanas.

 

La nieve se mantenía compacta en forma de hielo durante unos meses gracias al aislamiento del exterior que proporcionaba el mantener una capa de aire frío sobre la nieve compactada. A su vez permitía tener una temperatura constante en el interior de la cava, aislamiento facilitado por la cúpula.

 

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Los neveros están ubicados en zonas que hoy reciben nieve unos pocos días al año. Eso demuestra que se produjo durante los siglos XVII, XVIII y XIX la llamada ‘Pequeña edad del hielo’. Según las crónicas de la época en Valencia entraban a diario cinco toneladas de hielo y en un documento de 1762 de Ferré y Cebrián explica que cerca de 1.000 personas y 700 caballerías trabajaban de forma intensa en el Serra de Mariola. También desde esta sierra y Aitana se llevaba hielo a Cartagena y Murcia en 1781, un viaje de seis días.

 

Algunos autores hablan del consumo del hielo como muestra del nivel y desarrollo económico de las ciudades, con el que se evitaban las enfermedades y conservaban los alimentos, en concreto al pescado. El hielo era perfecto para rebajar la fiebre, como antiinflamatorio, o frente epidemias de peste.

 

La mayor concentración de neveros en toda la Comunidad se produjo precisamente en las comarcas centrales. La primera cava de Mariola data de 1583. Destaca por encima de todas ellas la Cava Nova, Cava Gran o Cava Arquejada, recientemente restaurada.

 

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Fue construida en el siglo XVIII, hacia 1760, y estuvo en funcionamiento hasta finales del XIX y puntualmente para uso local, no comercial, hasta 1926. Está ubicada a 1.215 metros de altitud, cerca de la cima del Montcabrer a 1.390 metros. Tiene una altura de 15 metros desde el fondo hasta la piña que culmina y une las tres arcadas ojivales, un diámetro de 14’9 y una capacidad de 1.500 metros cúbicos. Sus arcos, emblemáticos, siguen tras la rehabilitación y no se ha repuesto la cubierta. Su forma es hexagonal y en su interior se ha mantenido un tejo de grandes dimensiones. Entre 1923 y 1930 se desmontó la cubierta, cuyas piedras sirvieron para restaurar el convento y se destinaron también a una masía cercana.

 

Otras cavas que destacan son la Cava de Don Miquel en Bocairent, la Cava de l’Habitació o d’ Aznar, la primera de la que tiene noticia y la Cava del Buitre, en Agres, la Cava Coloma, entre el Mas de Tetuán y el Menejador, la Cava Simarro, el Pou del Anouer o el Pou del Canyo, en la Font Roja, el Pou del Surdo en el Alto de Carrasqueta, el Pou del Maigmó y del Carrascar en Castalla, el Pla de la Casa en la Serrella, Fageca o el Pou del Rontonar en la Torre de les Maçanes, entre otros.

 

Los neveros de Ibi se relacionan con la tradición heladera de esta localidad y de la cercana Xixona. Se calcula en unos 400 los pozos documentados en la Comunidad, de los que unos 60 estarían en las comarcas centrales, 54 en la Serra de Mariola y otros 6 en la Font Roja. La familia Puig monopolizó el comercio de la nieve.

 

 

Agradecimientos:
Pascual Boira y José María Segura
Fotos Archivo del Museu Arqueològic Camil Visedo de Alcoy

 

0 0 7091 03 enero, 2017 Nostalgia enero 3, 2017

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