El pintor alcoyano Miguel Mataix tuvo una idea que revolucionó la España de la época, hace 56 años.
Decidió desafiar los límites del cuerpo y de la mente y permanecer durante 500 horas bajo tierra en la sima Simarro, ubicada en la Font Roja.
Los periódicos nacionales de la época se hicieron eco de esta hazaña que suponía un récord europeo de permanencia en espeleología.
Fueron 502 horas y 40 minutos a 200 metros de profundidad. El primer día que inició la aventura fue un 3 de julio de 1965 cuando tenía 24 años. El director técnico de aquella operación fue Miguel Abad.
Salió 21 días después, un 24 de julio, aunque él creía que estaba a día 19. La actividad fue coordinada por el Centre Excursionista Alcoi, del que era miembro y llevó por nombre ‘Operación: 500 horas bajo tierra’.
Miguel Mataix falleció en 2013 a los 72 años de edad y dejó tras de sí una amplia obra pictórica -también fue profesor de Bellas Artes- y logró un hito que con el tiempo no fue lo suficientemente valorado.
De esa amplia obra, 14 cuadros los pintó bajo tierra, en lo que fue para él todo un reto también pictórico. El propio pintor explicó al salir de su voluntario ‘cautiverio’, en el que solo tenía un ‘walkie-talkie’ para comunicarse con el exterior, que pintar le ayudó y mucho para poder cumplir su récord de permanencia bajo tierra pues le hizo la estancia algo más ‘llevadera’.
El objetivo de esta proeza era recoger minerales para realizar un estudio geológico, hacer planos de la cueva, rastrear posibles animales y comprobar el comportamiento y las reacciones de un ser humano en condiciones límite como estas.
La culminación de su gesta contó con presencia del gobernador civil de aquellos años y de los alcaldes de Alcoy e Ibi, así como una gran multitud de amigos y curiosos que no se quisieron perder la oportunidad de felicitarlo.
El suplemento ‘Blanco y Negro’ del Diario ABC de la época hizo un completo reportaje sobre su heroicidad. Explicaban que “Miguel Mataix tiene una estatura discreta y fuerte complexión muscular. De ojos vivos, a los que se resiste a poner gafas, cuando se enfrenta a la luz solar tras tanto tiempo, una barba cerrada, negra, que recuerda –si no tuviera canas- a la del capitán Etayo. Al salir de la sima está buen humor, satisfecho de la aventura. No obstante habla poco. Tal vez le pese el ruido y los vítores de la multitud luego del silencio de 21 días. Cuando es entrevistado por los periodistas quita importancia a la hazaña y se refiere principalmente a los cuadros que pinto en las largas veladas de enclaustramiento”.
ABC daba como dato curioso que había pintado con pintura sintética pues en su habitual óleo secaba mal en el ambiente húmedo en el que había permanecido.
En el mismo reportaje pormenorizado se habla del perfecto estado físico de Miguel “84 pulsaciones, presión arterial de 12 y 8 y el doctor Rodríguez ha dicho que lo ha encontrado mejor que cuando entró, salvo una ligera conjuntivitis por la luz artificial”.
Otra de las crónicas de la época empezaba de una forma original: “cuando Miguel Mataix vio aparecer al director técnico Miguel Abad y al doctor Rodríguez, que precedían a autoridades y periodistas que habían bajado a la sima, no pudo contener una exclamación: “¡che, ya se ha acabado esto!”, en su lengua vernácula, mientras pintaba uno de sus cuadros”.
En otra de las noticias que relatan este hito se habla del momento de la salida tras el récord de permanencia y explica “desde mucho antes de las cuatro, hora en la que se cumplían las 500, mucha gente se había congregado en las inmediaciones, incluido un grupo de muchachos del colegio Salesianos. Prensa, radio y televisión tenían una representación muy numerosa, incluso con agencias de noticias extranjeras, incluida la Agencia Tass rusa.
Además añade que “los preparativos de rescate de Miguel Mataix se iniciaron en ese justo momento y todo se desarrollo conforme al plan previsto aunque hasta las seis y veinte no apareció por la boca de la cueva. El público aplaudió entusiasmado al verlo. No hizo falta la camilla que le había preparado la Cruz Roja, pues Mataix recorrió por su propio pie, sorteando apretujones de los presentes, el espacio que separaba la cueva del coche que le llevó de regreso a Alcoy”. Al frente de las 500 personas presentes estaba el gobernador civil que le recibió en la boca de la sima.
Miguel Mataix fundó además junto a Antoni Miró y Sento Masià el colectivo o asociación plástica ‘Alcoiart’. El fotógrafo oficial de esta aventura fue, cómo no, José Crespo Colomer quien nos ha cedido las fotografías, excepto la del grupo que es de la fototeca municipal, dentro de la colección de Ricardo Canalejas.
Agradecimientos a José Crespo Colomer y Fototeca Municipal
.