La perfecta fusión entre industria y tranquilidad
«L’Alqueria d’Asnar es el hogar perfecto para vivir bien y el lugar donde todos se sentirían como en su propia casa». Esta es una de las definiciones que Jaume Pascual, alcalde de esta población de la comarca de El Comtat, suele dar a quienes se acercan a pasear por sus tranquilas calles y rincones.
Conocida antiguamente por Ràfol Blanc, nombre que lleva ahora el actual colegio del municipio, L’Alqueria d’Asnar tiene alrededor de 500 habitantes. Su pequeña extensión junto con esta cifra hacen que sea el pueblo con mayor densidad de población de toda la comarca.
Está situada en el margen derecho del río Serpis. Esta zona por donde transita el río se ha convertido en un orgulloso y acogedor ‘raconet’ lugar para su gente y los visitantes que reciben. La ‘Font de la Pedra’ y ‘El Terrer’ reúnen zonas de juegos para los niños, mesas y bancos para un picnic o senderos llenos de paz para los caminantes.
Es difícil encontrar por esta zona un perfecto equilibrio entre la agricultura y la industria, pero L’Alqueria d’Asnar es un reflejo de lo que se puede llegar a conseguir. En el siglo XIX, la actividad fabril papelera se asentó y se consolidó con la instalación de la empresa Papeleras Reunidas. Los fumadores más nostálgicos todavía recordarán las famosas cajetillas de papel de fumar ‘Bambú’ que desde esta empresa se distribuían a los cinco continentes del planeta.
En la actualidad, la Papelera de L’Alqueria d’Asnar se encuentra en estas instalaciones del ‘Bambú’, que hoy en día acogen la mayor planta de biomasa del país. La generación de energía a través de esta técnica es una de las apuestas del municipio para el presente y el futuro. En este sentido, la piscina cubierta municipal utiliza la biomasa, no solo para calentar el agua, sino para autoabastecer las necesidades de este servicio que el pueblo ofrece a muchos vecinos.
«Esta piscina no es solo para los habitantes de L’Alqueria d’Asnar, sino que constituye un servicio de calidad para las localidades vecinas», explica Jaume Pascual. La piscina se ha convertido en uno de los puntos neurálgicos del núcleo urbano. Niños y mayores pueden encontrar la tranquilidad de estas instalaciones a la vez que aprenden a nadar o hacen ejercicio.
Para completar la visita es imprescindible un paseo por las calles del casco antiguo. La vista se va directamente a la torre de la Iglesia de San Miguel Arcángel. Su colorido invita a pensar, y muchos así lo corroboran, que uno de los discípulos de Gaudí fue el autor de esta obra de arte. La plaza Miguel Hernández ofrece también ese remanso de paz para disfrutar del silencio de la población.